Introducción y fundamentos de la terapia de grupos.
Tema 1: Introducción y fundamentos de la terapia de grupos.
1 – Concepto, formación y funcionamiento de la terapia de grupo.
La terapia de grupo es, dicho de manera resumida, el tipo
de psicoterapia que se caracteriza por tener a varios pacientes en sus
sesiones, y que tiene como objetivo mejorar la calidad de vida de cada uno de
ellos como seres individuales, y no necesariamente mejorar la relación que hay
entre ellos. Es decir, que la terapia de grupo no es lo mismo que la terapia
familiar ni que la terapia de pareja; los participantes no se conocen entre
ellos, aunque por norma general tienen características en común en lo relativo
al problema que les lleva a acudir al psicólogo.
En la terapia grupal, además de la aplicación de técnicas
específicas y la realización de intervenciones por parte del terapeuta, el
propio grupo es un instrumento de cambio; es por ello que este tipo de terapia
posee un gran potencial terapéutico.
Un grupo de personas que se reúnen proporciona un campo
interpersonal más grande y poderoso que la terapia individual. La terapia grupal ofrece una selección más
variada de relaciones, puesto que los pacientes deben interactuar entre sí,
ellos son los líderes del grupo. Poco a
poco, cada componente aprende a ocuparse de sus gustos, aversiones,
similitudes, diferencias, envidias, miedos, así como de su timidez, competitividad,
agresividad, etc., bajo la mirada del grupo.
Los miembros dan y reciben feedback sobre el significado y el efecto de
las diversas interacciones que suceden entre ellos; es aquí cuando podemos
evidenciar que el mismo escenario grupal se convierte en una valiosa
herramienta terapéutica. Por todo ello,
la terapia grupal es un excelente complemento del tratamiento psicológico
individual y el tratamiento psiquiátrico.
¿Qué otros factores caracterizan la terapia grupal?
Una de las principales características de la terapia
grupal, es su universalidad. La
participación en un grupo proporciona un alivio a los pacientes, puesto que se
percatan de algo muy importante: no están solos con su problema. Esta universalidad rompe con la soledad y el
aislamiento cuando los componentes pueden observar que existen otras personas
con problemas, problemas que incluso pueden ser similares.
La cohesión del grupo es otro aspecto esencial en la
terapia y que caracteriza este formato.
En un grupo cohesionado los miembros se aceptan, se apoyan mutuamente y
construyen relaciones significativas entre ellos. Esta cohesión proporciona estabilidad,
compromiso y participación. Sin ella,
difícilmente una terapia grupal puede funcionar.
El altruismo también resalta entre sus
características. La ayuda prestada entre
los miembros del grupo puede convertirse en un gran instrumento terapéutico;
los pacientes pueden mejorar su autoestima al observar que su experiencia es
útil para otras personas.
2 – Tipos de terapia de grupo
1. Psicoeducativos y centrados en el proceso
Los grupos psicoeducativos tienen como objetivo aportar a
sus miembros información y herramientas para manejar dificultades. Pueden
centrarse en patologías, como sucede con los grupos psicoeducativos para
familiares de personas con psicosis o trastorno bipolar, o en temas
determinados, como la educación emocional para adolescentes.
2. Pequeños y grandes
Se suele considerar que un grupo terapéutico es pequeño
cuando está formado por entre 5 y 10 miembros, aproximadamente. En estos grupos
la interacción y la cohesión son mayores, y en muchos casos se crean relaciones
estrechas. El tamaño ideal de los grupos es de entre 8 y 10 personas, según los
expertos.
Los grupos más grandes son más productivos, pero tienden a
facilitar en exceso la formación de subgrupos y la división de tareas. Además,
los participantes de grupos grandes tienden a sentirse menos satisfechos que
los de grupos pequeños.
3. Homogéneos y heterogéneos
La homogeneidad o heterogeneidad de un grupo pueden
valorarse en función de un único criterio, como la presencia de una sola
problemática o de varias, o bien a nivel general; por ejemplo, los miembros de
un grupo pueden variar en género, edad, nivel socioeconómico, etnia, etc.
Los grupos homogéneos tienden a funcionar de forma más
rápida, a generar más cohesión y a ser menos problemáticos. No obstante, la
heterogeneidad, especialmente en trastornos o dificultades concretas, puede ser
muy útil para presentar distintas alternativas de comportamiento.
4. Cerrados y abiertos
En los grupos cerrados las personas que están presentes en
la creación del grupo lo están también cuando finaliza, mientras que en los
grupos abiertos los miembros varían en mayor medida, normalmente porque se
mantienen activos durante más tiempo.
Los grupos cerrados generan mayor cohesión, pero son más
vulnerables a la salida de miembros. Los grupos abiertos se aplican, por
ejemplo, en hospitales psiquiátricos y en asociaciones como Alcohólicos
Anónimos.
3 – Pioneremos en la psicoterapia grupal
Entre los pioneros se cuenta a Joseph Pratt (1922),
internista que ya en 1905, preocupado por aquellos pacientes pobres en recursos
económicos, que no se pueden permitir un tratamiento hospitalario, decide
organizar con ellos unos grupos de apoyo que les sirvan de ayuda y de
instrucción acerca de la conducta a seguir hasta su curación. El trabajo con
grupos adquiere desde este momento el aire de "tratamiento". Pratt
trabajaba en un ambulatorio de Boston (Massachusetts) y los
enfermos eran tuberculosos. Los grupos
que se formaron eran de unos 20 enfermos, y la actividad al comienzo se pareció
mucho a una clase: Pratt instruía a los miembros de cada grupo sobre cómo
alimentarse, como organizar su descanso y su trabajo, en el ambiente familiar
que debían soportar, ya que no podían ser atendidos en el hospital. Los
asistentes que cumplían mejor el régimen propuesto eran promovidos a las
primeras filas del aula, según una situación de escalafón o estatus claramente
establecido. El médico asumía el rol de una figura parental idealizada.
Inspeccionaba los registros diarios que realizaban los pacientes de su
temperatura, pulso, ingesta de alimentos, tiempo de permanencia en el exterior
y otros datos, con la finalidad de estimularlos para que perseveraran en el
programa. Pero pronto advirtió que, con el paso del tiempo, más importante que
sus palabras era el clima que se creaba en el grupo mismo. Los miembros,
notaba, eran, unos para otros, una poderosa arma de apoyo mutuo. Pratt observó
que tenían un arma en sus manos que ningún hospital les podía proporcionar: la
fuerza del vínculo común que les proporcionaba la enfermedad común a todos
ellos.
Edward W. Lazell
Fruto de un interés semejante por los enfermos sin
recursos, otro médico, esta vez un psiquiatra, Edward W. Lazell,
comenzó en 1918 a "tratar" a los soldados que volvían a Norteamérica
de la Guerra
Europea,
aquejados de desórdenes psicóticos, en reuniones de grupo en el hospital St.
Elizabeth de Washington D. C. . De nuevo advierte que el grupo, cuando se le
permite comunicarse en cierta libertad, aborda temas que tienen que ver con la
situación global de la persona, y no se reduce a lo que toca al síntoma
concreto que al comienzo trajo a cada persona a recibir tratamiento. Lazell,
como Pratt, guiado de su buen sentido, insistía de forma inconsciente en la
importancia que tiene para toda curación el recibir información adecuada, el
recibir consejos sensatos, el verse apoyados por otras personas en situación
semejante, y el que los pacientes se identificaran unos con otros de forma
espontánea y cordial.
L. Cody Marsh
Aproximadamente una década más tarde Linus Cody Marsh (1931),
sacerdote que luego se hizo psiquiatra, desarrolló un abordaje grupal con
pacientes internos en el Hospital Estatal de Kings Park, de Long Island. Utilizaba los
conceptos teóricos de Freud, Le Bon, McDougal y los métodos
psicoeducativos de Lazell para estimular las emociones grupales y la adaptación
al ambiente hospitalario, donde se aplicaba tanto el exhorto como la
sugerencia. Suplementaba sus conferencias con tareas en casa, lecturas, cantos,
ejercicios grupales, testimonios y conferencias de pacientes, tiempo para
preguntas y respuestas, role playing y otras técnicas psicodramáticas.
El objetivo del tratamiento era inspirar en los pacientes
un estado de ánimo feliz. En 1933 organizó innumerables grupos
“socio-educativos-industriales” en el Hospital Estatal Worcester, para el
personal, pacientes y comunidad hospitalaria. Trabajó con grupos de médicos,
clérigos, educadores, enfermeras y estudiantes, con temas que incluían
problemas de desarrollo, sexualidad, matrimonio, religión, filosofía, y
adquisición de serenidad, éxitos, entre otros. Su lema, repetido a menudo era:
“La multitud les rompió, la multitud debe sanarles". También se añadió, a
este moderno medio de abordaje, promover encuentros comunitarios en su
hospital, con participación tanto de pacientes como de miembros de planta.
Esta rudimentaria terapia, que E. J. Anthony (1972)
califica de “psicológicamente ingenua”, utiliza, en forma sistemática y
deliberada, las emociones surgidas en el grupo. Estimula la aparición de algunas
(como la emulación) y desalienta la expresión y desarrollo de otras (como la
agresión). El método, que induce la identificación del enfermo con el médico,
da por resultado el fortalecimiento de las defensas útiles para poder cumplir
ciertas normas y programas de higiene y de vida.
Otros
L. Grinberg, M. Lager y E. Rodrigué (1957) clasifican entre las “terapias exhortativas
paternales, que actúan por el grupo,” a los métodos derivados de este modelo
inicial, ya que incitan y se valen de las emociones colectivas sin tratar de
comprender su naturaleza, ni modificar las estructuras psíquicas subyacentes.
El grupo se utiliza como medio eficaz y económico para influir a numerosas
personas. La organización de este tipo, cuya versión moderna la constituyen algunos
grupos de encuentro y maratón, se parece a la de ciertas comunidades religiosas
que idealizan al líder. Los programas actuales para personas con sida incluyen muchos de sus principios.
4 – Explique los antecedentes de la
intervención grupal.
La cuestión de la intervención grupal abre un abanico de
interrogantes que excede con creces la descripción de sus condiciones técnicas
y de las estrategias posibles de aplicación, de similar manera que toda noción
de “lo grupal” supera la simple idea de agrupamientos que responden a criterios
cuantitativos o de índole práctica. La visibilidad de los procesos que están en
juego demanda un posicionamiento crítico en cuanto al problema de la acción
psicosocial, los saberes que la fundamentan y las finalidades a las que
apunta. La intervención grupal exige al
profesional que la sostiene una apuesta por el potencial de formas colectivas
de interrogación y tránsito subjetivo, por definición abiertas a la creación y
al engendramiento de nuevos sentidos relativos a la temporalidad, la historia –
tanto singular como colectiva-, los vínculos y las instituciones que regulan el
intercambio social. Al participante le
demanda el abrirse a un espacio de experiencia que, así como le brinda
contención le impone un desafío. Las formas grupales de intervención
psicosocial se desenvuelven en esa paradoja de sostén e incertidumbre, de
resistencias y deseo, de aperturas y de encierros. No podría ser de otra manera, en la medida en
que compromete el esclarecimiento de los procesos de subjetivación, a través de
ese campo de ritualidades cara a cara que es paradigmático de los vínculos que
nos constituyen.
El surgimiento de la intervención grupal en las prácticas
de formación, acción comunitaria, diagnóstico, tratamiento y prevención
psicosocial, y, más recientemente, del uso de dispositivos grupales para la
investigación, deriva de una historia donde el pensamiento grupal, incluidos
sus desarrollos teóricos y prácticos, adquiere relevancia en México a partir de
la década de los años setenta . Más allá
de la heterogeneidad de discursos teóricos que han nutrido estas prácticas
(dinámica de grupos, enfoques humanistas, psico dramático, operativo y
psicoanalítico, entre otros), vale la pena destacar que los sentidos que
conllevan estas prácticas y el lugar social que ocupan –en términos de demanda,
credibilidad y eficacia simbólica- han ido variando concomitantemente con el
cambio de condiciones sociales y los perfiles de subjetividad prevalentes en el
mundo contemporáneo. En ese plano, hay
una variación sensible que va de las aspiraciones de cambio social desde la
acción colectiva, de los proyectos utópicos y los ideales sociales que se
verificaban en los años sesentas y setentas, a la crisis del proceso identifica
torio y de las condiciones de la grupalidad, que tal, como lo argumenta C.
Castoriadis , tiene que ver con las
grandes dificultades para que la sociedad logre “forjarse una representación de
sí misma a la que pueda afirmar o valorizar” o bien para “engendrar un proyecto
de transformación social al que pueda adherirse o por el que quiera luchar”, y
que, en opinión de muy distintos especialistas, caracterizan las condiciones de
subjetividad prevalentes a finales del siglo XX.
5 – Objetivos y alcances de la terapia grupal
Las terapias grupales, al igual que las sesiones
individuales, tienen como objetivo principal, ayudar a las personas que deseen
desarrollar sus habilidades para hacer frente a las dificultades y cualquier
problema que se presenten en sus vidas.
Sin embargo, mientras que en la terapia individual el/la
paciente se reúne con una sola persona (el terapeuta), en la terapia de grupo
se encuentra con todo un grupo y un terapeuta (en algunos casos con dos).
En otros términos, el objetivo de la psicoterapia grupal es ayudar a resolver las
dificultades emocionales y fomentar el desarrollo personal de las personas que
estén presentes en la sesión. Por supuesto, el psicólogo/a elige como
participantes a quienes, considere, puedan beneficiarse de esta clase de
terapia y a quienes puedan tener una influencia positiva en otros miembros del
grupo.
En este caso, la comunicación es mixta. Esto significa que
impera una comunicación paralela, horizontal y transversal porque las
relaciones se dan a través de la experiencia del otro/a.
3 ventajas de la psicoterapia de grupo
La psicoterapia grupal ofrece una serie de ventajas. En
primer lugar, permite construir una base compartida sólida y segura mediante la
cual se pueden superar estados de ansiedad y depresión. Sin embargo, existen
tres beneficios que merecen la pena exaltar.
1. Una
posibilidad de verte reflejado a ti mismo en otros/a
En estas sesiones el grupo funciona como una sala de
espejos: un individuo puede identificarse con otros miembros del grupo y verse
reflejado en ellos/as. O sea, ver en los/las participantes diversos aspectos de
su propia imagen como sus máscaras emocionales, sus sentimientos reprimidos,
etc.
2. Adoptas
nuevos puntos de vista
Quien participa en una terapia de grupo tendrá una amplia y
variada gama de interpretaciones, comentarios y experiencias a su
disposición. Sobre todo, porque podrá
asumir posturas y nuevos puntos de vista, escuchar más opiniones, etcétera.
3. Ideal
para personas con diferentes problemas
Una sesión psicoterapéutica grupal es adecuada para
aquellas personas que necesitan lidiar con problemas relacionales, que pueden
manifestarse como timidez, incapacidad para hablar en público, pero también a
través de trastornos reales como la ansiedad y la fobia social.
Se puede pensar, por ejemplo, en quienes fueron acosados/a
durante su infancia y por eso asocian los contextos grupales con sentimientos y
pensamientos negativos como el miedo a la humillación, por ejemplo. En estos
casos, las experiencias se configuran como un trauma real que generan conductas
de evitación ante ocasiones sociales.
6 – Alcances y limitaciones de la terapia de grupo
El punto de partida es reconocer el papel de los grupos
tienen en relación con la vida de todas las personas. En ellos nos hemos
socializado, hemos adquirido una identidad en la que se incluyen creencias
compartidas, modelos sobre la interpretación y el manejo de las emociones, y
siguen siendo entornos grupales en los que nos seguimos mostrando y
desarrollando.
De hecho, es tan importante la existencia de los grupos que
difícilmente se puede imaginar que la evolución haya llevado a la especie
humana al punto en el que estamos sin considerarnos una especie social y
gregaria. La consecuencia inmediata es el convencimiento de que, en múltiples
tareas, el grupo genera mejores resultados que el que podría resultar de la
suma de sus partes. Encontrándonos junto a ello que es en contextos sociales
donde se hace visible y reconocible la versión de cada persona.
El grupo ha sido también un espacio de cuidado y
protección. Absolutamente vinculado a la Relación de
Ayuda, ya sea a nivel institucional/comunitario o de grupos
primarios como la familia. Esta circunstancia ha facilitado el entrenamiento
con modelos de interdependencia que nos han dotado de competencias para la
ayuda. Compartir dificultades y/o necesidades, y disponer de un recurso que
actúe como catalizador facilita entonces que el grupo se convierta en una
herramienta poderosa para acceder a procesos de desarrollo personal a través
del apoyo entre iguales.
7 – Hable de la teoría del psicodrama
Para empezar a entender qué es el psicodrama y qué
objetivos se intenta alcanzar a través de este, repasemos primero sus
apariencias: el modo en el que se desarrolla una de sus sesiones. Para entender
mínimamente lo que veremos a continuación solo es necesario entender dos cosas:
que las sesiones de psicodrama son en grupo, pero que el psicodrama no busca
abordar problemas manifestados por un grupo, sino que se utiliza la presencia
de muchas personas para intervenir en los problemas de individuos, por turnos.
Así, en cada momento hay un protagonista claro, que es
hacia quien debe orientarse la sesión, mientras que el resto de personas son
miembros que ayudan en la realización de la sesión y que, en algún momento,
también serán los protagonistas de su propio psicodrama.
Estas son las fases de una sesión de psicodrama:
1. Calentamiento
En la primera fase de la sesión de psicodrama, un grupo de
gente se reúne y la persona que dinamiza el acto anima a los demás a realizar
ejercicios para romper el hielo. El objetivo del calentamiento es hacer que las
personas se desinhiban, tomen consciencia del inicio de la sesión y estén más
predispuestas a expresarse mediante acciones que en otro contexto resultarían
estrambóticas.
2. Dramatización
La dramatización es el núcleo de las sesiones de
psicodrama. En esta, se elige una de las personas que asiste al grupo, y esta
explica un poco qué problema le ha hecho asistir a la sesión y cuál es el
trasfondo autobiográfico que está asociado a este. La persona que dirige la
sesión intenta hacer que el o la protagonista de la fase de dramatización
explique el modo en el que percibe este problema en el presente, más que
intentar que recuerde con exactitud los detalles del mismo.
Después de esto empieza la dramatización, en la que la
persona protagonista es ayudada por el resto de miembros del grupo, que
interpretan un rol, y todos improvisan escenas relacionadas con el problema a
tratar. Sin embargo, esta representación no sigue un guión fijo, sino que se
fundamenta en la improvisación apoyada en muy pocas pautas sobre lo que debe
ser la escena. La idea no es reproducir fielmente escenas basadas en la
realidad, sino ofrecer un contexto parecido en ciertos puntos esenciales; luego
veremos por qué.
3. Eco
grupal
En la última fase, todas las personas involucradas en la
representación explican lo que han sentido, el modo en el que la actuación les
ha hecho evocar experiencias pasadas.
8 – Como podemos desarrollarla
El psicodrama es una forma de psicoterapia en el cual la
persona desarrolla una situación que le preocupa o le genera angustia. Así, en
un contexto grupal, la persona se ayuda del grupo para representar aspectos que
le gustaría trabajar.
13-1-2024
Bibliografía
-Wikipedia
-Psicologiaymente
-Topdoctors
-Mensalus
Comentarios
Publicar un comentario